Y tus brazos me tomaron con fuerza,
cada centímetro de mi cuerpo fue esculpido en ese instante,
cada rincón de mi ser se estremeció al sentir tan cálido amor,
y de pronto me soltaste.
Tus manos recorrieron mi rostro,
tus dedos escribieron tu nombre por toda mi espalda,
tu piel rozaba con tal delicadeza que parecía un puñado de lana,
y de pronto te marchaste.
Tus ojos vieron mi alma desnuda,
observabas mis desencantos y berrinches cada mañana,
deleitabas tus sentidos al verme sonreír por tu causa,
y de pronto me abandonaste.
Y de pronto mi corazón se detuvo
Y de pronto mis lágrimas bañaron mi rostro
Y de pronto mis pensamientos se oscurecieron
Y de pronto, y de pronto... me encontraba solo.