Me gusta la sensación que provoca el momento exacto antes de regalar un beso, esa tibia calidez de la piel ajena que se siente sin tocarla, provoca temblores y ganas de reír a carcajadas y gritar extasiado. Se pueden saborear los colores del aire, sentir suavemente la respiración frente a la boca, sentir la humedad de cada suspiro que llega a los labios. Tan tensa como relajante, esa sensación de volar hasta marte, enfrentar cada color del universo y cada sabor del cielo, todo al mismo tiempo como antelación a un beso. Se logran ver destellos eléctricos entre los labios, con los ojos medio cerrados y la sonrisa en boca que será degustada por las papilas de la sensualidad...