Me quedo con todos mis pensamientos, miedos, fracasos y debilidades, guardo cada palabra que dicta mi corazón, omito los impulsos de confianza hacia alguien e irrumpo con todo eso, en la burbuja silenciosa que agobia mis días.
No confío, no creo, no considero que exista alguien capaz de amarme con la cantidad de fallas que poseo, sólo por eso dejo de decir todo lo que siento, me lo guardo y me quedo atrapada en la fortaleza equívoca de mi silencio; mis ojos están cerrados ante la posibilidad de ver que alguien me admire tal cual soy, mi mente y corazón están predispuestos para sentir que no encajo y que no estoy cómoda.
Cuánto tiempo me queda aquí, miro en el reloj de arena para ver mi avance pero está congelado por mis miedos e inseguridades, y cada segundo me pregunto, porqué no tengo la capacidad de romper con un sólo pensamiento la fragilidad de un sentimiento que me está apagando la vida.
Se me está yendo la humanidad... Tan rápido como el compás que marca el viento en las madrugadas de enero.