Un puente para atravesar,
los márgenes de mis versos,
y sentirlos desde lejos, paridos
por la felicidad, cerca del lector
que se apropia de la música y
el ritmo de cada huella intensa.
Un verbo que se torna ajeno
después del instante
en que se gestaron las letras
y ya no puede infundir vida
pués las palabras y sus rimas
ya no lo reconocen.
Un espacio sin la frontera
añeja que hilvana el regreso,
dejar y cerrar para saber
que fue el acopio del tiempo
escurriéndose en las palabras,
llegar al final para volver a gestar
el cielo que se merece otra.