efraguza123

Popeye, el Marino.

Prometí ayer rodar una película con un personaje de mi niñez

y después de hurgar entre recuerdos infantiles y tiras cómicas

traje a la escena del siglo en que la tecnología emboba

a Popeye, el Marino, que se hizo famoso al lado de las espinacas.

 

Con el viajé a lugares exóticos que en la imaginación crecen

como matorrales e islas sin palmeras ni cocos

pero que para el caso de estos tiempos locos

las atrocidades de Brutus a muy pocos palidecen.

 

Para los de hoy es poco divertido ir en busca de aventuras

a rescatar a un pobre pájaro que ha caído en la trampa

que un  ser asesino construye para dejar la pampa

sin gorjeos ni árboles que protejan de la global calentura.

 

Como Brutus creen que todo se arregla con violencia

y si es una empresa de renombre acude al soborno

para que los políticos autoricen acabar con el entorno

y volver a la tierra labrantía un foco de pestilencia.

 

Dirán que no hablé de Popeye y sus espinacas

pero es que no es posible a mi edad sexagenaria

olvidar que la felicidad no es una fanfarria

y la niñez reclama alimentos para el alma.