¡Maldita sea!
Mi dios ¿Por qué me abandonas?
¿Por qué pones en mis ojos su reencuentro?
Son felices, no quiero saberlo
¿Por qué le das la oportunidad de reírse de mi
y luego sonreírle cálidamente a ella?
¿Por qué dejas que me duela tanto una herida cerrada ya con llanto?
y me dejas ver la felicidad de ella
y su desprecio
¡Maldita sea!
Señor ¿Por qué me das tanta soledad sin esperanza?
Se alimenta el fuego no con leña
Sino con saña voraz, pero ligera
Porque te deja vivo con tus llagas, de dolor arden, de tristeza
¿Por qué mi dios, por que, dependemos tanto de la suerte?
De encontrar, de que resulte, que germine, tropiece, sane, ame
Y tengo la culpa en mucho, tengo la culpa quizá en todo
Es probable, inadvertido, haya hecho daño a mucha gente
Pero ¿Porque no me das un castigo fulminante?
¿Por qué con tantas pústulas las ulceras?
Déjame olvidar,
no quiero dones
sin tanta tacañez,
sólo quiero lo que a veces me deseas...
Que la paz este con vosotros
y
Santo sea tu nombre