Lo sabés, y él lo sabe, y no le importa.
El sexo y el amor van separados
para algunas personas.
Él sabe que el amor que te conforta
no te lo puede dar,
y se acomoda.
Vos sabés que las manos que te llevan
a recorrer los cielos y los mares
no son sus torpes manos.
Él lo sabe, y nunca hará la prueba.
Reemplazar un amor
siempre es en vano.
Vos sabés que la boca que te sacia,
la boca que coincide con tu boca,
es distinta a esa boca.
Él sabe sin ninguna suspicacia
en quién estás pensando
si te toca.
Las caricias que vos estás deseando,
la dicha que tenías y perdiste
no ocurrirán con él.
Te vas a acostumbrar, quién sabe cuándo.
Incluso llegarás
a serle fiel.
Podrás imaginarte que sus brazos
son esos otros brazos, los amados,
los brazos de otro hombre.
Pero en ese momento del acaso,
tené cuidado. Nunca digás
mi nombre.