Alonzo Saravia

En su pecho

Me pose en su pecho creyendo encontraría algo en ella me cambiará la vida, sin embargo… encontré más de lo que buscaba. Encontré de su alma muy parecida a la mía, ambas perdidas y olvidadas.

Los resonantes latidos desde sus entrañas, me sabían a un agridulce apetitoso, del cual deseaba seguir bebiendo hasta hartarme, porque la sed de su cariño me mataba.

Portentosa falacia la de aquella mujer, me cubrió dentro de sus extremidades, tomó mis manos, beso mis mejillas, arrancó mis labios y cobro con un corazón hecho pedazos.

Que bella dama cuando caminaba, sus curvas le acompañaban; sus piernas alargadas y bien delineadas, ese aspecto que le impregnaba. Su cabello era recto como el camino al deceso, ese al cual me revolcaba. Sus manos finas y excesivamente suaves, sus labios no tan voluminosos pero codiciables, sus ojos grandes, muy grandes y junto con ese corazón que la vida se me llevaba.

Me pose en su pecho creyendo le conocía. Una mujer de sumo encanto que con miradas me enamoraba y a besos el alma me robaba; hasta su victoria entre sus risas se marchaba y no supe más.