mariano7777

SICARIO




SICARIO 

SICARIO (asesino por encargo; literalmente \"sicarius\" proviene del latín, hombre-daga)

Los leños contribuían con lo suyo a la agradabilidad del ambiente. La noche se presentaba muy fría y los pequeños copos de nevisca se disolvían en los cristales y corrían por el vidrio como gotas extrañas a la calidez de la habitación. En la soledad de la calle una ambulancia se iba perdiendo en la oscuridad y el sonido de su sirena se mezclaba con el silencio que se escondía en la distancia.
Los dos búhos de madera que me miraban con sus ojos redondos desde el escritorio, eran los únicos seres en que confiaba en el mundo.
Creía en sus antiguos conocimientos, en su esotérica sabiduría y en sus conjuros con los misterios herméticos. Y a mi manera hablaba con ellos y aceptaba sus consejos.
Apagando la luz apoyé mi cabeza plácidamente sobre la tentadora almohada para dormir la paz de los sosegados de alma.
Pasado un rato del que no sé que tiempo exacto pudo haber transcurrido algo me sacó muy suave y delicadamente del sueño.
Sentí una presencia en la alcoba que no me resultaba de una urgente tangibilidad y no la asocié con el peligro.
Pero abrí mis ojos en la oscuridad y me puse alerta más por responsabilidad profesional que por inquietud.
Estuve atento unos momentos y sin poderlo explicar se encendieron levemente luces de aviso muy tenues en lo profundo de mi conciencia; era evidentemente algo intuitivo que no se correspondía de ninguna manera con la razón ni con la evidencia de lo empírico.
Entonces ocurrió que las luces de alarma ya no fueron tan tenues y noté un sobresalto cuando me pareció que un suave soplo rozaba mi oreja en la oscuridad de la pieza.
Cerré los ojos instintiva e inútilmente y me puse realmente tenso con miedo primitivo cuando percibí que el soplo ya se convertía en un extraño murmullo.
Permanecí muy quieto y ya con una aprensión bastante agudizada cuando oí sobre la superficie del escritorio el rasguño de objetos que se movían en las sombras, sin que hubiera razón para que eso ocurriera.
Cuando lógicamente pretendí encender la luz, quedé horriblemente paralizado de sorpresa y de congelado espanto, porque una poderosa y fría mano sujetó mi muñeca en la oscuridad vigorosamente, y me privó de todo movimiento sin que se oyera un solo sonido ni se pronunciara una sola palabra.
Estaba totalmente inmovilizado por el terror y no producía mi cerebro el mas mínimo razonamiento.
De estar en la plácida llanura de los tranquilos de alma pasé a habitar las cumbres tempestuosas donde moran los demonios, las almas torturadas y los dioses vengativos.
En ese momento sentí oprimida la otra muñeca y el poder que me sujetaba era invencible.
De la noche serena que velaba mi sueño no quedaba mas que un lejano recuerdo, y todo lo que estaba llegando lo sentía como una intempestiva y borrascosa tiniebla de crudo y furioso invierno donde derraman sus lágrimas y sus gemidos los genios malditos y las brujas penitentes.
Paralizado de pánico no podía articular sonido, estaba mudo, y mis ojos derramaban lágrimas de miedo, de estupor y de impotencia.
Los párpados persistían fuertemente cerrados...y paralizado por la extraña fuerza y por mi terror..., no atinaba a mover ningún músculo de mi cuerpo.
Los rasguños se hacían más obvios sobre el escritorio y en las sombras percibí un sordo aleteo de los búhos de madera tallada, que siempre acompañan mi soledad.
Lo mágico se hacía real , los misterios de las sombras estaban mas cercanos y el realismo fantástico se hacía casi como cotidiano.
Comencé a sentir gemidos, gritos y horribles aullidos de almas culpables en pena que participaban de loa aquelarres con demonios y con seres malignos y poseídos que me atormentaban en la negrura de la oscuridad.

Cuando se agitaron las afanosas alas de la luz del amanecer se mitigó el terror y comprendí que ya nada volvería a ser como antes; los búhos, que eran mis únicos amigos, estaban cubiertos de asqueroso excremento...la presencia espectral en mi habitación me había aterrorizado...
Y con letras de sangre estaba estampado en el espejo el nombre de la última víctima estrangulada por mis manos.
La venganza que me llegaba de ultratumba, recién comenzaba.
Y el Séptimo Círculo me reclamaba.

...la dulzura del asesinato se puede volver muy amarga sin impunidad...
¡Palabra de un sicario!...