Volvió otra vez la loca
enloquecida
con la melancolía lamida
en los cabellos.
Entró de puntas como una colegiala
cuando estaban las puertas
clausuradas
y otra vez brilló la luna
encremada en sus mejillas.
Agitaron la casa sus pisadas
y los perros
desconfiados
se acordaron de sus huesos
se empañaron los vidrios
con su aliento
y en la noche
desnuda
me envolvió con su mirada
y crujieron en la cama
todos
los presentimientos.