¿Me oyes, has leído
lo último que he escrito?
Has visto como el día a día
me rompe en pedazos
que yo recompongo con paciencia
pensando siempre en tu sonrisa.
Y si no estás y todo esto es mentira
mejor no me lo digas
y déjame soñar con mi esperanza
y la creencia pues, de que tus ojos
eran los ojos de Dios
y mi destino.