Tú, madre desesperada
solo sientes sufrimiento.
Sabes que la noche y el viento
saben dónde fue tirada,
¡quizás! bajo agua enterrada.
Sin cuerpo en tierra bendita
pides a dios una cita,
pides que la encuentre un santo
y así duerma en camposanto
junto a la ría maldita.
¡Venga! Bartolo recoge
sus sueños esos de artistas
y sueños de deportistas
porque el cielo los acoge.
Y unas cuantas flores coge,
¡ponlas! donde nadie sabe
para que el cruel las alabe
jamás podrá alma salvad.
¡Dile madre!, di verdad
¡dile! que esto pronto acabe.
¡Y mira! hermano mayor
que andas ocultando rostro.
Todos tenemos un mostro
donde fluye su color,
unas veces de traidor
de un hermano tan perdido
que intenta ver lo vivido,
¡y otras!, no dejamos ver
que nos vamos a barrer
a pesar de hermano hundido.
¡Dile madre!, di verdad
¡dile! que esto pronto acabe.