Otro domingo más, otro día más aquí... escribiendo de nuevo en mi libreta.
Es un día gris, está lloviendo y las horas pasan lentamente.
Me siento en una silla, cojo boli y cuaderno y me pongo en la sala
para contarle a este blanco papel todo cuanto mi mente tiene almacenado.
Mi cerebro tiene nombre propio, igual que mi corazón...
¿Sabes cómo se llama? ¡igual cómo te llamas tú amor mío!
Todo está lleno de ti. Por mi mente no dejas de aparecer continuamente.
Todos los pensamientos que tengo, los guarda mi corazón
para luego expresarlos en mis hojas blancas.
¡Oh amor, cuánto te añoro! ¡Cuánto te echo de menos!
¡Cuánto te amo y cuánto te deseo! No sé que daría por un minuto de ti,
de tus dulces labios. No sé que daría por sentir tus besos, tus caricias...
¡tu sexo! ¡cuánto te quiero y cuánto, ¡CUÁNTO! te deseo!
Pasan los días y las noches. Apareces por todas partes, estás conmigo
hasta durmiendo. Cada vez que despierto, deseo de nuevo cerrar los ojos
y dormir de nuevo, porque sé que así te encontraré de nuevo a mi lado.
Te veo hermosa dentro de mi mente ¡preciosa mi amor! y es todo tan real
que deseo ansiosamente a que llegue la noche para buscarte y estar a tu lado.
¡Qué bonito! Qué feliz me siento dentro de esos sueños contigo que me hacen olvidar
el lugar alejado y apartado de ti cuando estoy despierto. En mis sueños desaparecen
la murallas y los alambres que nos separan; pero si aparecen alguna vez, sí puedo saltarlos
y volar a tu lado.
Tan sólo el sol o sonar de las llaves me separan de ti al amanecer; aun así sigues dentro
de mi pensamiento y eternamente en mi memoria, hasta el anochecer ansiado que tanto espero
aquí en esta cárcel de Sevilla que me atormenta por no estar contigo vida mía.
Sevilla 8 de Mayo de 2016
Ermanué (c)