Siempre pensé
que tengo suerte
porque el aroma
de las flores
me recuerda
a mi padre.
Es un modo
muy bello
de presenciar
la ausencia.
Él se fue
hace tanto
y no sé
qué aromas
se llevó
a algún lado.
En cualquier bar
del mundo,
suelo preguntarme
si hablan los parroquianos
o sus bebidas.
Yo muchas veces
preferí que hablara
mi cerveza.
Es tan charlatana!
se ríe mucho
y hace chistes...
nunca le importa
la hora...
En suma,
es más divertida
que yo.
Y en aquel bar
aquella tarde
ella
-la mujer,
no la cerveza-
se pregunta
-aunque dice
que no le importa-
si habla la cerveza
o ese hombre.
Él dice que lleva
la memoria
en el olfato.
Su mente
recrea olores
y en sueños
cuando sueña
con ella
sueña en aromas.
Cuando sueña
con su madre
-que se despidió
hace mucho-
también
sueña
en aromas.
Por eso él
le pregunta
a ella
si de algún modo
está loco.
Ella
lo escucha fascinada
porque siempre tiene
algo extraordinario
que contarle.
Y mientras él
pide otra cerveza,
ella piensa
que en su casa
se vacía el frasco
de perfume.