Me basta tu silencio para entenderlo todo,
hace ya bastante tiempo
que la gente del pueblo lo venía diciendo,
yo no lo creía
preferí jugar al ingenuo
antes que vivir en un infierno.
Eras la más hermosa,
la pura y la casta.
Eras la envidia y el deseo
¡de todo este maldito pueblo!
Qué decir de los años aquellos
cuando era la inocencia
la virtud que no se compra,
y el beso tierno
el amor que no se vende.
Era tan fresca la leña
y tan ruidoso el río.
No tenías por qué hacerlo
si tus besos eran sólo míos.
Yo puedo guardar silencio
pero no así
la paredes de nuestra casa,
ni el eco de aquella promesa
de la palabra acertada
y del secreto indecoroso
que rebota en los altares de una iglesia.
Dios me lo permita,
Dios que me perdone.
Yo te amaba,
y los domingos
cuando a misa te acompañaba,
a Dios agradecía
el tenerte a mi lado cada día de mi vida.
Pero el mismo Dios que me perdone
pero no a ti, ni al padrecito de la iglesia.
Y pensar que fue él
quien ante Dios nos había casado.
Y que tras el mismo altar
por los santos custodiado
estuvieron los amantes escondidos,
confesando su pecado
y consagrándose ante el divino.
Y no sé qué pecado sea más grande
si el tuyo al engañarme
o el mío, que de sobra sabes.
Y no quiero hablar del boticario,
ni del panadero, ni del carpintero.
Prefiero verte callada
y a todos ellos disimulados.
Escuchando cada campanada
como señal de que su tiempo ha llegado.
¡Fue bonita misa del señor cura!
se refirió a ti
como “la señora de fulano de tal”.
Que fue arrastrada
por las aguas bravas del río,
y entre las piedras
tuvo un trágico final.
La gente sabe, disimula y calla.
¡Pero que detalle del panadero!
me pide que lo deje dar el pan para tus rezos.
¡Y qué decir del carpintero!
mira al pobre desgraciado
se mira desolado
creo que le hizo mal saber de tu deceso.
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Cómo pasa el tiempo
entre entierros y lamentos.
Mira ahora
que triste se mira la iglesia
sin la sonrisa del padrecito,
sin el ahogo de mi esposa
y sin los rezos de la gente argüendera
¿Y qué será de los enfermitos?
sin el boticario que los atienda.
Dios ha sido cruel con el pueblo
y benévola contigo,
te los ha llevado toditos
allá en el infierno
uno por uno,
a menos de seis meses de tu entierro.
El boticario y el panadero,
el padrecito y el carpintero.
Mira que este pueblo se está muriendo.
Ya no hay chismosas
y nadie me señala con el dedo,
solo quedan ahora
unas cuantas viudas revoltosas.
Es esta pues mi condena.
Pero yo no tengo la culpa
soy un humilde campesino
que dejó de servir a Don \"Beto\"
para ponerse a la orden del creador,
soy solo un perro
que ha cambiado de dueño.
...
Los niños lloran a sus padres,
y este pueblo es cada vez más frío,
no hay quién atienda sus necesidades
solo les queda pedir a Dios
que termine con su pena.
El río de pureza los ha limpiado,
desde arriba del monte
uno por uno
fueron todos arrastrados.
¡Ah que caray!
La gente sabe, disimula y calla.
Aún visito aquella iglesia,
platico con Dios y me aconseja
-Hay que limpiar este pueblo impuro-
me susurra siempre en la oreja.
Pero algo pasa
que ya nadie me mira,
ni me señalan con el dedo,
las chismosas del pueblo
lloran por su pena.
Pero que te puedo decir
si no hay nada que tú no sepas.
Ya llegará mi hora
y nos veremos nuevamente.
Mira que te he traído rosas
te las has ganado
ahora que te portas tan bien
y no sales de casa
\"Eres toda una señora de hogar\".
Vieras que de pronto me siento cansado
pero estoy tranquilo
y aunque estoy un poco cambiado
aún faltan muchas cosas por hacer.
Aún falta visitar al herrero
y está a punto de anochecer.
Así que bueno, me tengo que ir
ya sabes que sigo con lo mío,
sigo yendo al monte a cortar leña
y suelo juntar las piedras
…que va arrastrando el río.