Tu piel se ha quedado adherida a la mía
como un tatuaje,
como tinta indeleble…
imborrable…
como tu aroma…
tu calidez…
Tu figura grabada en mi retina
de tal manera,
que donde quiera que mire,
ahí estás tú…
tus ojos en el brillo de las estrellas
y tu blanco rostro
de la selene palidez lunar.
Tu voz me la susurra el viento
y tu gemir lo trae la suave brisa de la noche
ese agónico borboteo de tu garganta
lo siento en las cantarinas
y cristalinas aguas de los arroyos.
Tus labios me los recuerdan
la dulce miel silvestre
el suave fruto de la vid madura
cuyo zumo es embriagador
como la tibieza de tus besos.
Tu presencia avasallante
tu esencia dominante me persigue donde voy
y en cada persona me parece verte
en cada situación te haces presente
con tu sonrisa diáfana,
si hasta te imagino caminando hacia mi
con ese contonear de tus caderas
que van dejando huella por donde pasan.
Hasta te metiste en mi cama
en la suavidad de almohada
en la tibieza de mis sábanas
apoderándote de mis sueños
haciéndome compañía
en las frías noches del invierno.
Mi dulce y tierna niña
me tienes enamorado
de tí como un niño embobado
tejiendo mil ilusiones
de locas aventuras
momentos de diversiones
y con noches de pasiones
que me dejan exhausto en tu pecho.
Oh mi cielo adorado
a tus pies estoy postrado
como vasallo ante su reina
rindiéndote los honores
que se le brindan a esos amores idílicos
que por más imposibles que fueran
bien valen la muerte y la pena
el haberlos encontrado.
-. Par