Mirando el bello horizonte
encontré hierva buena.
Había romero y amapolas
y también lindas azucenas..
¡Un alboroto se oía,
desde el árbol, la maleza!
Es un sonido jadeante,
de amor, suspíro y entrega.
Y, asomándome indiscretamente
encontré una linda pareja,
amándose con locúra,
bañada de flores y hiervas.
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¿Qué le decía? ..
¡Bésame,
dame un beso Gabriéla!
Se oía el canto de las aves
mientras ellos se prestan.
Todo, terminó con la llovizna
qué cayó sobre la hierva fresca.
Ellos dos se vistieron rápido
y, ella .. se sentía bella.
Marchóse feliz él amante
por su derroche en amor.
Quedándo la dama enamorada,
del hombre qué la amó.
A los ocho años del hecho
llegó un caballero bien vestido.
Buscando a la linda dama
cargado de amor y suspíros.
La señora ya había fallecido,
estando sola en su soledad.
Esperándo al hombre de su vida
para poderlo ella amar.
Marchóse entonces el varón
a visitar a su linda cortesana,
enterrada bajo lindos cipreses,
rodeada de romero y matas..
El cementerio estaba hermoso,
cargado de blancas azucenas,
dividido en dos partes qué
lo liberaba de la linda dama.
Allí, ¡sí! habían flores hermosas
acompañando a la bella mujer.
Había romero, hierva Luisa,
puestos por el arborecer.
Autora
María Luisa