¡Muero por un Verso!

CRISÁLIDA EN LLAMAS (ROMANCE)

Hoy me conmueve el recuerdo,

-mi crisálida en volandas-,

de aquel encuentro primero

que se vieron nuestras almas

como presagios tangibles

al desplegarse las alas,

con la pasión acechando,

con la pasión despertada.

Aquel mirarte a los ojos

fundiéndose las miradas,

buscándose y esquivándose,

insumisamente esclavas,

en el bullir de la noche,

aquella noche temprana,

distraídamente corta:

toda la noche era alba.

Iba el rumor de tu pelo:

(aquella noche temprana)

tejiendo tirabuzones

de afiladísimas dagas,

como un rumor de corales

negro de plata y escarcha,

entre tizones sangrientos

perfilándote la cara,

¡ay mis ojos, encendidos!

¡Ay mi arrebatada entraña!,

mientras el viento tejía,

mudas y desenfrenadas,

cabriolas, serpentinas,

remolinos en tu falda,

caracolas de ilusión

recorriéndote la  espalda.

Ay niña de terciopelo,

de  cera, de mimbre y ámbar.

Era la noche de estrellas

como el rubor de tu cara;

 el corazón, al galope,

a la vista y a las claras,

iba pintándote un beso

sobre tus dientes de nácar

como un pergamino en blanco

de pasiones desatadas.

Y los suspiros fluían

del nudo de la garganta,

como un reguero de pólvora

vorazmente propagada,

a quemarropa, en el pecho,

y tú, crisálida en llamas,

vívidamente morías:

vívidamente y al alba.

 

Gonzaleja