A paso lento pero firme
paseaba quelonio bajo la lluvia,
se encontró a don chapulín
que de brinco en brinco lo retó a seguir.
De pronto...
en una rama gigantesca se atoró
gritando furioso ¡Tuga, ayuda!
El galápago haciendo caso omiso,
siguió disfrutando del aguacero.
Pasó por ahí un gigantesco grillo
de risa moría el bufón
al ver colgado al infortunado,
de un chirrido le recitó
¡por creído y parlante
chiquitín, te atoraste!
¡Nunca debes desafiar
la capacidad de los demás!
Le recitó.
De un santiamén lo bajó,
el chapulín apenado se marchó
no sin antes de la tortuga se disculpó,
y de tremendo saltó desapareció.
Autora: Ma Gloria Carreón Zapata
Imagen tomada de Google.