El viento me da de frente.
Recibo un fresco renovador,
que me hiela lo vivido,
que lo conserva
por si lo necesito.
Me traslada este viento a una
logia masónica, donde seré ungido
en rito iniciático.
Discurro renovado por las calles
que, sin sospecharlo, me llevan
a mí mismo, al centro de mis paradojas.
Todo lo ya vivido, con toda su
intensidad, queda al fondo de mis
cajones.
Arranco al vaivén de costumbre.
Profundizo axiomas, máximas, conjeturas...
hasta llegar a puerto.
Decido mis pasos por este camino.
Veo, creo ver, un castillo blanco de plata.
Engaño mi mente, ¡es la meta!
La purpurina titila en aurora improbable.
¡Allí descansa el crisol de mis esencias!
me digo, pero no me creo.
Intuyo que me deslizo sobre la senda correcta.
La mañana, con su luz radiante, confirmará
mis sospechas.
Doy un paso más...
Busco mis claves, mi libertad.
Me siento cada vez más cerca.
Trascenderé..
Me reencarnaré hasta que mi alma
se rompa de tanto usarla.