Cae la tarde, en medio de nosotros y las alcantarillas,
junto a las humeantes colillas, con que el niño saborea su hombría.
Agoniza el sol ensordecido, por el bullicio de los cuervos,
de sus trinos perpetuos, espectadores asiduos del cinema ajeno,
del asfalto y el caño, donde cruza la vida, en pantalones y zapatos
En medio del primitivo desfile, apareces como monumento,
seduciéndome con el guiño de terciopelo, que rodea tu entrecejo,
con la intemperie de tus senos, qué acribillan los inviernos.
Contemplo el eclipse de tu risa, que oscurece cualquier fuego,
el atropello de tu beso, por el andar de tus labios ciegos
Me quedo ausente y me fugo de las horas, abrazado al desvarío
buscando que la noche me encuentre dormido, contigo,
para internarme en los laberintos, de tus inhóspitos linderos.
A la pócima embriagante de tu garganta, el túnel donde duermo,
Madona de San Marcos, dueña de mis manos, credo de mis dedos.
Juan R.
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JRG01/2018YGFU
Hermosillo Sonora, México
Imagen: Jacinto González Gasque
“Luz al final del túnel”