En esta existencia dolorosamente, insípida y vacía en la que me acomodo, para poder vivir sin oxígeno, mientras intento suplirlo por poesía.
Con ese martilleo silbante penetrando en mi cerebro. Queriendo que el tiempo pase y que no pase, como si la muerte de vivir a veces, no fuera peor muerte.
Quisiera dejar de escribir triste, pero dime tu, cómo puedo evitar sentir una punzada de dolor cada vez que te pienso. Hace ya dos años largos que estas ausente y ya invoque al olvido y no sirvió de nada. Cada vez te echo más en falta, suelo desvariar, como si la locura fuera un refugio, donde pueden pasar desapercibidos los sentimientos.
Solo el, mi pequeño sol, me rescata cuando estamos juntos. Y me salva de mi misma, llena de luz los momentos en que está conmigo. Quizás ese sea el motivo, la razón por la que nos amamos tanto, tanto que estoy dispuesta a aguantar esta, que es mi cruz, hasta el infinito.