No tengo hambre de amor, pero el miedo de la soledad me acecha y
me hace buscarlo en la estación del tren,
en el café de la mañana y el sótano de la casa del vecino.
Sentado en la banca del parque buscó con la mirada algún amor roto
Para conjugarlo con el mío.
Sin resultado agradable regreso al apartamento, y lo busco en el cesto de basura; en el encuentro nombres de amores jóvenes
Que terminaron hace años,
y empiezo a resignarme con la soledad y mis 80 años.