Atravesado de temblores eléctricos, te mueves
Y la música te corresponde sosteniendo al espacio
En su compás, en su fiel métrica incontrastable
Solo en su divina música el tiempo se evidencia
Y mueves tus huesos, y mueves tu carne y mueves tus nervios
Y no hay trauma que te detenga ahora, no hay fisura en el alma que te detenga
Y mueves tus huesos, y mueves tu carne y mueves tus nervios
Y si alguna mano profanó una cuadratura prohibida, y si una palabra
flechó el velo sacudió la mortaja dañando la transparencia
rasgó el manto ultrajó el borde
de una máscara que no sabía por tal, de un documento que se rebelaba
contra su condición de víctima de los elementos;
movió sus vivos huesos, su herida abierta, su irreparable trauma
y la sangre quedó en el mapa, en el cuadrilátero, en la pista
de baile donde todos se hayan perdidos en su propio estilo, ritmo
inexpresable en palabras, ahí en la oscuridad se encuentran
con otros cuerpos aventados por los azares entonces tomarónse
las manos embebidas agitando las terminaciones, sal y espuma
un mar de vida y Un darse cuenta que aún vas limpia, sacudiendo
el acto que dañó al cielo de impurezas y en cual forjaste inestable
y bella casa, ya no es necesario prenderle fuego ni entregarla a la marea
baja, de tu cielo y le enseñas a las estrellas tu movimiento primigenio
anterior a todo aprendizaje: resuena tu carne, tus huesos, tus nervios
el sinfónico trauma del mundo ir y venir sin saberlo, siquiera sin poder saberlo