A juzgar por la variedad con que el poeta vagabundo se premia, es un completo desvalido,
por la frecuencia con que deja la poesía a un lado y se alimenta de comida real, es un claro desnutrido.
De parte de la íntima amiga de la poesía, la ternura, y su mejor aliada, la exquisitez; revivo las horas del desganado que pasa noches en vela creyendo que el fuego lo ha tocado.
El poeta no sabe decir no sé, el cree que puede, está convencido de saber cómo -al menos por instinto-, describir el mundo que es ya por inercia cambiante, y a la mujer con su aura preciosa, al cielo nocturno en invierno, y al amor cuál joya venenosa.
Es un ser repugnante porque no hace nada, él vive al día, no puede hacer más, no sabe.Siempre está buscando por quién entregarse; pretende encontrarle adjetivos al cosmos que es ajeno, cuando al enfrentarse al implacable espejo solo sabe preguntarse, y ahora, por quién carajos me condeno.