“La vida con los años me ha cambiado/ y hoy es una ironía pensar,/ que de tanto temerle al pecado/ no pueda vivir sin pecar”.
Me veo tentado mirándote dormida
a destapar ante mí tus prohibidos encantos,
eres para mí historia de pasión prohibida,
como lo son tantos sueños que ya no sé cuántos.
No soy hombre de prohibirme cosas,
pero en tu caso es todo tan distinto;
porque hay ante mis ojos visiones tan hermosas,
que silencian mi pasión y encienden mi instinto.
A veces no es sencillo en uno mismo el control,
es una lucha entre el cuerpo y la mente…
A cualquier ser humano le gusta ver el sol
y tú tienes dos que brillan maravillosamente.
¿Y cómo hago para no sentirme tentado
cuando sé que cerca de mí te desvistes?
A veces me tienta algo que he imaginado,
pero ese no es tu caso… ¡tú existes!
Y sólo puedo mirarte y admirarte bella,
sin ir más allá para no sentirme culpable;
eres ante mí como una singular estrella,
tan sensual y hermosa como inalcanzable.
Te miro y me callo porque es prudencia,
callar aunque tiemble es lo que me toca;
mirar y admirar toda tu belleza, tu esencia,
sin dejar salir ni una palabra de mi boca.
Son cosas a la que la vida a veces nos expone
y en ocasiones nos agarra desprevenidos…
Aprender a dominar un sentir que se impone
y acallar a la fuerza todos los sentidos.
Perdona si te veo pero es imposible no verte
y cerrar mis ojos es peor… es soñarte…
A pesar de todo no me quejo de mi suerte,
pues al no verte, tendría que imaginarte.
Mi pecado en silencio lo confieso,
que mi culpa no la divulgue el viento…
La certeza de un imposible beso
y la promesa de nunca contar lo que siento.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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