Evanescente y huidizo, apenas lo palpo
desaparece sin remedio entre la bruma de las horas
a merced del vendaval continuo de los días,
volando hacia el recuerdo infinito
de nosotros y de nuestra historia.
Recuerdos que se irán apagando a medida que pase
aunque intente retenerlo con firmeza
porque su sino es evadirse velozmente
y no poder retroceder es mi destino
Este torbellino que provoca en su huida
va extinguiendo la llama que me alumbra
antes tan ardiente y ardorosa,
y ahora, tan frágil e insegura
Siento que mi tiempo es exiguo
que el que tuve, lo he derrochado sin mesura
que nadie puede darme el que le resta
ni tú me puedes devolver
el que desperdicié contigo