Mujer de terciopelo, de caricias que elevan o inducen, de manos que seducen.
A fuego lento su desnudez se consume, toda femineidad proveniente de su cuerpo es arrojada al viento.
Me acaricia, me revuelca, me desglosa, me divide, me habita entera, en los dedos, en las uñas, en el beso, en el pelo, en el gemido que nace de mi clitorías y muere en mis labios, no menores y no mayores, todo proveniente únicamente de mí, de principio a fin, de finito a infinito, de diferencia a igualdad.
Una mujer de terciopelo me habita toda y con sus sagradas manos y su sagrada lengua me atraviesa moribunda, solitaria, plantando en su beso la anarquía de saberme \"puta\", libre y deliciosa.
A mitad de mi sexo, de mis líneas frágiles, de la sombra perpetua, abandono el fuego para hacerme lluvia y mantener día a día, mis rincones húmedos.