Fui testigo de como ibas desapareciendo del mapa.
Sentía, poquito a poquito, como te alejabas de mi.
Vi como corrías, llorabas y te matabas.
Vi como maldecías, gritabas y saltabas.
Y miles de flores crecieron brindando por vos.
Mientras vos te encontrabas en esa negra caja.
Tu familia, lejana entre si, se abrazaba desconsolada.
En esa reunión macabra y desvergonzada.
Sobraban las miradas falsas de quienes muerto te deseaban.
Mientras carcajadas nerviosas vibraban en lo mas bizarro de mi alma.
Ahora mi fiel amigo y hermano me faltaba.
Y mi alma tan caprichosa e inexperta se veia descarrilada.
Tu apreton de mano, tu sonrisa y tu mirada.
Tu abrazo, tu pelea y tu amistad.
Es lo que me hacía falta, para no irme yo tambíen.
A ese jardín macabro y sin piedad.
Donde los tontos poetas suicidas nos solemos encontrar.