Te diviertes jugando
con los hilos que mueven
los sentimientos.
Los tensas y relajas
sin importarte
los latidos del corazón.
Y en cada nuevo juego
sangro,
sangro y recelo,
desconfío y me ahogo
en un nuevo temor a equivocarme,
de volver a sumergirme
en turbulentas aguas de agonía.
Déjame respirar,
no me robes el aire,
no me arranques las alas
cada vez que me crezcan.
Si nada sientes al verme así,
¡déjame libre!.