Todo comienza al filo de tus labios Que entregados se aventuran a incitarme Sin saber hasta dónde el árbol crezca Se atreven a sembrarlo y a regarme El sólido metal se vuelve blando Permite abrirle puertas al olvido Y tus latidos llegan a mis manos Y mi boca a tus latidos entregados Las manos ahora se descienden, caen Con lo suave se endurecen mis telares Por las piernas son de seda las caricias Y te exploro, y se tejen mis andares Bosques húmedos lluviosos y con viento Son honduras que te animan a explorarlo se resbalan y me tomo de tus hombros mientas trato de aferrarme de tu aliento De repente los rincones sigilosos Brillan de luces que aviva el viento tuyo Las estrellas se han unido en una sola ha estallado ya en tu luz aquel murmullo Esencias de perfumes en mis manos Que los recuerdos traen a los silencios Un ceder, suave, callado, que se agrega a aromas de jazmines y de abismo, De su ir, de su venir, y de su entrega