Observo a través de mi ventana,
la mirada perdida…
abstraído contemplo el Otoño,
bruma , niebla y a ratos lluvia fina,
melancólico y triste como mi ánimo caído,
atrapado en mi soledad querida,
con los recuerdos de un estío ya en agonía.
Llegaste a mi cuando ya oscurece,
cuando el alma se serena
y el corazón se adormece,
resignado a una vida tranquila, calma.
Te hallé sin darme cuenta, al atardecer,
al albur de una puesta de sol,
cuando se genera esa extraña energía
que te llena de paz los adentros,
el silencio se hace espeso
y sientes esa emoción que se agarra
en la garganta hasta producir dolor.
Entonces, supe que estabas ahí.
Te busqué bajo aquella luna llena,
resplandeciente, intensa, espléndida, recuerdas?
absorto en el surco blanquecino,
te soñé en aquel reflejo sobre el mar en calma.
Presentí que estabas triste, a veces ausente,
perdida en pensamientos que intuía poco dichosos,
otras veces aparecías alegre, despreocupada, feliz,
como queriendo dejar atrás tus fantasmas, tus heridas…
pero tu tristeza estaba allí y yo la sentía
y la compartía contigo en mi silencio,
sin embargo, tú parecías tan distante de mi ……
Tus ojillos chispeantes, tu carita, con esa mirada
que solo un alma blanca puede regalarte,
me apresaron sin remedio entre danzas, músicas, confidencias y altares,
en una cárcel de confusión y deseo, de emoción y melancolía,
en un sentimiento que hallé en tus ojos
y que aún queriendo no sentir, no podía dejar de querer.
Qué bonito SENTIR,
cuando los sentimientos llegan hasta allí,
a ese lugar tan profundo
donde nuestros miedos casi nunca dejan acercar,
removiendo todo en tu interior....
entonces, percibes que hay algo dentro de ti
que necesita salir, salir… y dar y dar…
Sí, qué bonito sentir…
Pero qué difícil cuando el trago se torna amargo
y toca perder… sin embargo…
quién puede comprar esa sensación, esa emoción… ?
Ahora que todo acabó….
los sentimientos se entremezclan hasta confundirse,
tristeza, nostalgia, alivio… pena…
Ahora que todo acabó, aprendí
que amar, sentir, nunca es un error,
aunque los dos supiésemos que el final estaba escrito,
aún así valió la pena.
Gracias por las miradas que me regalaste, por tus abrazos,
por tus besos, aún indecisos y escasos, casi robados,
por tus palabras de aquellos prematuros días
que me emocionaron.
Guardo conmigo la alegría de haber vivido este sentimiento,
también la añoranza de los besos que ya no nos daremos,
de las noches que nunca estaremos juntos,
de las escapadas que jamás compartiremos…
Estos serán mis últimos versos,
la última de mis fantasías románticas.
Guárdame acurrucadito, mi niña, en un rincón de tus recuerdos,
sin molestar, sin hacer ruido,
pero lo mas cerca posible de tu corazón.
Yo tardaré en olvidarte, porque los sentimientos se apagan,
las sensaciones se evaporan, pero el recuerdo ……
Ah ¡¡ el recuerdo no pasa nunca !!
PISANDRO