A la manera de Lord Byron
No pases, por favor, indiferente
jamás junto a mi lecho sepulcral;
recita una oración y dulcemente
acuda el llanto tu pupila a nublar.
Cuando el Alto Señor tronche mi vida,
abraza mi recuerdo con vigor,
y lleva sobre el pecho, bien ceñida,
la rosa del doncel que más te amó.
No deje, por favor, tu generosa
candidez de arrullarme con bondad
cuando gélido, inerte, en fría losa
vaya mudo el misterio a escudriñar.
¡La luz de tu visión no me abandone
que temo del olvido su labor!;
y el llanto de tus ojos sólo abone
aún en ultratumba nuestro amor.