Amiga mía, empapado del invierno, huyendo de mi melancolía fingiendo
estar sereno, te escribo mi despedida deseando que sea un sueño.
Y doy minutos de silencio, en honor a cada recuerdo de nuestros besos muertos,
aquellos que nunca fueron y ahora duermen en mis pensamientos.
Nunca me atreví a robarte un beso, aunque mi corazón me lo decía,
pero mi razón fue más fuerte susurrándome que eres prohibida.
Tu corazón es de otro amiga mía, y no hay lugar para un hombre que te amé tanto,
y aunque las sombras del olvido borren mi memoria, mi amor inconscientemente te estará esperando.
Me voy mi buena amiga, y se perfectamente que no iras a buscarme,
y aunque fugitivo me siento sin que nadie me siga,
no quita la desgarrante ganas de quedarme....
Y si acaso al leer esta carta, llueven tus ojos y aun así no me buscas,
entonces sentirás que es tu despedida que hacía a mí se anuncia.
Pero tú en forma de beso haz caer tus labios en mi carta amiga mía,
que yo en mi quebranto ofrendo un beso en forma de disparo a tu despedida.