Hoy me dirigiré hasta el Monte Olimpo
Sin que ninguna duda me detenga
Y le arrebataré al poderoso Zeus
Ese rayo de luz que nada respeta;
A ese tan violento Ares pediré
Aquella aguda espada que en la friega
De esas rudas batallas cotidianas
Me permita vencer a quien yo quiera;
A Apolo, siempre bello y adorado,
Le hurtaré aquellos rayos del gran sol;
Y al pequeño Cupido tan travieso
Las flechas con que hechiza el corazón;
Y volveré muy raudo en un Pegaso
A luchar decidido por tu amor…