Estoy tendida en una nube espesa,
llena de susurros interminables,
susurros de miedo.
Es cruel,
mis pies están atados a la tierra...
No puedo sentir el aire.
Al final,
veo un camino pavimentado,
donde el suelo es irregular,
lleno de espinas.
Mi mente optimista piensa:
quizás,
algo más al otro lado espera,
a lo mejor, no todo sea la nada.
Comienzo andando
por aquel sendero lleno de huecos,
con espinas de agonía
que marcan mis pies con cada paso.
Es un sufrimiento tranquilo,
no puedo gritar,
pues mis labios están sellados...