El espacio que ocupaban tus manos
Ahora lo llena un vacío feroz.
Un silencio insomne, fugaz, tirano
Ha ocupado la sombra de tu voz.
Y tu fantasma crece en los rincones
Llenándolo todo con su quietud
Y las ventanas parecen prisiones
Y la cama parece un ataúd.
En el lugar en el que iba tu risa
Aún queda el eco de un llanto frugal.
En vez de tu suspiro está la brisa,
En vez de tu espalda el frío cristal.
Pasan los días y el recuerdo me arde
Como una brasa incandescente y cruel.
Además la casa, al caer la tarde,
Parece que está hecha de papel.
Tus pies de niebla dejan en el suelo
Huellas heladas de tiza y carbón
Y un fantasma de seda ha alzado el vuelo
En las cortinas blancas del salón.
El alba anaranjada llega y bate
Los sillones del viejo comedor.
Mi corazón resuena cuando late
Con un eco desesperanzador.
Las sábanas donde juramos todo
Aún conservan dibujos de carmín.
La madera del suelo es casi lodo
Y una selva las plantas del jardín.
Tu fantasma carcome cuanto toca
Con sus uñas largas de carmesí.
Al fondo del pasillo está tu boca
Que se aleja cada vez más de mí.