Tu mirada como un fusil, letal,
trajo la muerte de este mortal.
Tu mirada, dulce, fue mi sentencia,
y mi condena, amarga, tu ausencia.
En el silencio escucho tu voz,
de filo tajante como una hoz.
En el tenue lienzo del olvido
hallo tu recuerdo, dividido.
Retrato con óleo mi angustia,
evoco siempre tristeza mustia.
Mi corazón partido es un pincel,
que ha impreso tu memoria con hiel.
No será una Noche estrellada,
ni la impresión de Un Sol naciente,
será mi fortaleza amurallada
que aliviará mi corazón ausente.