Cuando el mar se alzó en mis venas,
y los gritos sagaces e hipócritas
me hicieron morir;
juro que aquel rayo de luz que la soledad
tan sola me otorgó,
influyendo en la triste vida del oprobio
que aguardaba al pas llegar.
Fue una ráfaga imprescindible en aquel silencio,
cuyas manos blancas me tocan al sentir,
y que el polvo minucioso
late y late al vivir.
Cuyas bocas amordazaron mi alma,
estrecharon sus dedos al fallecer,
y mientras la lluvia ronroneaba a mi lado,
se alejó la ecuación de mi vida, saliente.
¡Decidme vós si desapareció la guerra!
Dime tú si no hubo paz,
y si alguna morera detengo inquieta,
que la melodía cante perspicaz.
Y cuando los animalillos lamen y lamen,
sus comisuras tenues de cristal,
que con amargor descienden ante la vida
y el esplendor.
Si alguna vez oyes mis pasos,
cuyos pies rendidos desean con amor,
yo sólo recobraré el espíritu
con que me hicieron soñar los placeres prohibidos.
-Ams (Placeres prohibidos: Obra de Luis Cernuda, poeta de la generación del 27. Influencias notables de él en este poema extremadamente surrealista.