He intentado comprender tu juego, aceptar tus reglas,
he intentado olvidar mi ánimo, replegar mis velas
he intentado encontrar certeza en campos de engaño
he intentado mantenerme a salvo, evitar tu daño.
Y aun a pesar de haberlo intentado, no lo he conseguido
no he podido acomodar tu paso o hallar el olvido
recluida entre hirientes cristales de correcta apatía
aguardo a que tu gana de mi despunte cada día.
Espero cual dúctil mendigo retornar al asiento
aquel que se halla en tus brazos, que me da tu alimento.
Aguardo vencido el orgullo, dejada el alma mía.