Apareció un horoscopólogo
con sentido extraviado
pensando ser delicado
al amor del proctólogo.
No hay que creer en brujos
ni brujas voladoras
que en el cielo los arrebujos
no son sábanas conciliadoras
Y las chivas como cuentos
de los astros celestiales
solo la entienden los cientos
de luceros como cristales.
Querrá más en el tiempo
dedicarse de adivino
solo será en el campo
soñar con un vaso de vino.