Siento que me quedó el coco rallado
de tanto recordar tu piel canela,
tus labios de vainilla y de ciruela,
tus manzanillas, que besé extasiado.
De hinojos te abracé, y vos, arrobada
como amapola derramando pétalos
te apretabas a mi y ¡ábrete sésamo!
bebí las mieles de tu nuez moscada.
Hoy que tu anís vuelve a mezclar mi vino
y tu cayena enciende mi candil,
aunque pienses que soy un perejil,
te quiero, y lo demás vale un comino.
Beso con aderezo…