Fabricio Terán

Crack

Llora el gobierno a media asta.

Ha muerto un Hombre

a ciento veinte kilómetros de una entrevista…

Y desde la mañana hay conmoción;

Porque poesía poseía un discurso único

(aunque de más cruces que flores).

Fue creador de artefactos tales como versos

para peces –nada solemnes–

Y ciento tres cancioneros masivos.

Después de su muerte, ocurrida afuera de un ataúd,

con irreverencia declaró “cosas” sobre la reina…

Y uno que otro político occidental.

Sin embargo, todos… Genios y poetas;

físicos y presidentes;

Ciudadanos y autoridades…

Andaban echando las narices por la boca

durante su funeral.

Fiel a su nombre, no muere en extremo;

puesto que deja: una cordillera de marcas;

libros para leer en un viaje en la montaña rusa;

y, en mayor medida, una transfusión singular…

De imaginación, que le faltaba a este mundo

para celebrar los duelos

sin suspender el baile ni por un minuto de silencio.