Nohemí Martínez

Y LUEGO FLORECÍ

Después de algunos malos jardineros

Mis pétalos tenían miedo de cualquier mano

Siempre que mis pétalos eran tocados, caían irremediablemente

Mis flores sabían que ya no había nadie que pudiera tratarlas un poco diferente.

 

En cada descuido arrancaban varias de ellas desde la raíz

Mis jardines, sedientos y mal cuidados a estas alturas mejor preferían morir

Los días se hacían eternos,

Y cada noche era un tremendo invierno

Nadie me protegía del frío, del calor, de la lluvia, del amor.

 

Un día, de repente  un amante de las flores tropezó con mi jardín

Pero yo me preguntaba por qué su cuerpo entero era una enorme cicatriz

Me confesó que también hay jardines llenos de espinas y caminos peligrosos

Dijo que si yo quería salvarme, el podía arriesgarse, que sus pasos eran cuidadosos.

 

No lo creía, parecía un guión bastante ensayado

Tal vez era otro mal humano que quería aprovechar mis últimos rincones encantados

A estas alturas, casi todas las esperanzas estaban perdidas

Cada palabra me resultaba dicha con mentiras.

 

A pesar de mi indiferencia, a pesar de sus heridas él se quedó

A pesar de infinitas espinas clavadas, y  tantas derrotas él me cuidó

Con paciencia me regaba y escuchaba con atención cada palabra

Poco a poco se colaba entre mis ramas

Poco a poco me rendía ante sus miradas

 

Cada mañana llegaba, sin tropiezos me regaba

No se rindió, hasta que por fin cedí ante su abrazo

Suavemente y poco a poco iba llenando de besos cada centímetro de aquel triste jardín

De pronto se convirtió en el dueño de cada rincón de mí

Le devolvió la fe a cada uno de mis pétalos, finalmente le creí

 

Ahora no sé si es mi jardinero, mi  ángel, mi Dios

Solo sé que cuando estaba a un paso de la sequía llegó y me salvó

 

 

Yo ya no era un triste jardín, yo lo conocí

Y LUEGO… FLORECÍ