Después de algunos malos jardineros
Mis pétalos tenían miedo de cualquier mano
Siempre que mis pétalos eran tocados, caían irremediablemente
Mis flores sabían que ya no había nadie que pudiera tratarlas un poco diferente.
En cada descuido arrancaban varias de ellas desde la raíz
Mis jardines, sedientos y mal cuidados a estas alturas mejor preferían morir
Los días se hacían eternos,
Y cada noche era un tremendo invierno
Nadie me protegía del frío, del calor, de la lluvia, del amor.
Un día, de repente un amante de las flores tropezó con mi jardín
Pero yo me preguntaba por qué su cuerpo entero era una enorme cicatriz
Me confesó que también hay jardines llenos de espinas y caminos peligrosos
Dijo que si yo quería salvarme, el podía arriesgarse, que sus pasos eran cuidadosos.
No lo creía, parecía un guión bastante ensayado
Tal vez era otro mal humano que quería aprovechar mis últimos rincones encantados
A estas alturas, casi todas las esperanzas estaban perdidas
Cada palabra me resultaba dicha con mentiras.
A pesar de mi indiferencia, a pesar de sus heridas él se quedó
A pesar de infinitas espinas clavadas, y tantas derrotas él me cuidó
Con paciencia me regaba y escuchaba con atención cada palabra
Poco a poco se colaba entre mis ramas
Poco a poco me rendía ante sus miradas
Cada mañana llegaba, sin tropiezos me regaba
No se rindió, hasta que por fin cedí ante su abrazo
Suavemente y poco a poco iba llenando de besos cada centímetro de aquel triste jardín
De pronto se convirtió en el dueño de cada rincón de mí
Le devolvió la fe a cada uno de mis pétalos, finalmente le creí
Ahora no sé si es mi jardinero, mi ángel, mi Dios
Solo sé que cuando estaba a un paso de la sequía llegó y me salvó
Yo ya no era un triste jardín, yo lo conocí
Y LUEGO… FLORECÍ