Déjame acercarme poco a poco a ti.
Deja que la ecuación de mis labios
se haga matemática perfecta
en la cortina del beso.
Que lo primario de esa intención
sea saliva de deseo y unión material de carne
y prontitud.
Déjame besarte en ese empeño
de darte esa parte que contengo y aun no sabes.
Déjame tocarte con el beso.
Que esta partitura de mi canción
quiere encontrar en ti la estrofa que me derrote.
Déjame besarte y que la paloma azul
de mis labios te diga lo que en silencio callo y no nombro.
Ábreme el primer paso que lleva a ninguna parte
y al cambio el destino es un recibo bienvenido.
Despierta en mi los deseos de este perro acostumbrado.
Busca en mi los orígenes y el mar de este deseo
que quiere cumplirse en el beso que te demando.
Bésame y después…
ofréceme los puertos abiertos
de ese secreto que guardas como colegiala
consentida,
que yo lo llevaré a mis inviernos.
Allí mis párpados serán deseo cumplido
y batalla esencial en la esencia de amarte.
Seré esplendor y fuente crujiente,
longitud, fuerza, hacha hambrienta
y luz para ti y materia que dispondrás.