En estos días de finales de Mayo, el otoño soñolea a la vera de los álamos como pidiendo permiso un poco asustado, para ser dueño absoluto del lugar.
Su estampa bizarra domina los cuadros, con centenares de frutales que esperan, pronto entrar al letargo invernal, luciendo sin hojas sus copas.
La tierra se prepara, abriéndose en surcos como bocas sedientas listas a beber, recibiendo refuerzos de alimento extra que depositan al suelo para ayudar.
La tarde gris se agazapa muy triste, como caminando entre las secas ramas, esperando el tiempo de llegada y que la temporada oscura y fría pronto traerá.
Por la noche con su helado manto, en largas vigilias todos están, esperando que entre para ocupar su lugar, el largo invierno que pronto vendrá.
Robi