El río acaricia la larga cabellera del cisne
donde canta el ocaso
temeroso del centinela de la media noche
Río fecundado por las piedras
la vida no cesa
marcha sobre una calle de agua estrecha
Su onda eterna vaga crecida de luz
cubriendo bajo sus torrentes las tinieblas
cofre de sirenas que resguardan celosamente
Festejo de cisnes sus vuelos brotan
cincelando el rocío cristalino
junto al revoloteo de insectos marinos
La savia llorosa gotea sobre racimos de lluvia
en urnas húmedas
humedad de orillas abrazadas azuladas y verdes
Una mujer siembra rosas sobre el río
jamás olvida a un niño
un día la creciente lo arrojo hasta la muerte
El río estuvo ahí para él siempre
es solo un día deshecho en el vientre del vacío
desde lejos se acercan los ladridos
Antes de irse
descubrió el reflejo de las estrellas sobre el agua
solamente para saber que su luz sería interminable