Adrian Labansat

LA MUERTE DE BALDEMAR

El río acaricia la larga cabellera del cisne

donde canta el ocaso

temeroso del centinela de la media noche

 

Río fecundado por las piedras

la vida no cesa

marcha sobre una calle de agua estrecha

 

Su onda eterna vaga crecida de luz

cubriendo bajo sus torrentes las tinieblas

cofre de sirenas que resguardan celosamente

 

Festejo de cisnes sus vuelos brotan

cincelando el rocío cristalino

junto al revoloteo de insectos marinos

 

La savia llorosa gotea sobre racimos de lluvia

en urnas húmedas

humedad  de orillas abrazadas azuladas y verdes

 

Una mujer siembra  rosas sobre el río

jamás olvida a un niño

un día la creciente lo arrojo hasta la muerte

 

El río estuvo  ahí para él siempre

es solo un día deshecho en el vientre del vacío

desde lejos se acercan los ladridos 

 

Antes de irse

descubrió el reflejo de las estrellas sobre el agua

solamente para saber que su luz sería interminable