Me pesan las cadenas, que a tí me tienen preso
me torturan el alma, destruyéndome el pecho
me desangran por dentro, me mantienen maltrecho
royéndome la carne, llegando casi al hueso
Producen tal tormento, que quiero mi deceso
y me tienen postrado, malehirido en mi lecho
pasando así la noche, con miedos al acecho
implorando a los dioses, por tu pronto regreso.
Desde tu cruel partida, mi vida te has llevado
me volviste un harapo, que en el suelo ha quedado
muriéndose de pena, clamando fuertemente
que ya estés en mis brazos y por fin me liberes
del brutal sufrimiento que por irte me dieres
destruyendo mi vida, que se muere doliente.
-. Par