Yo quiero, en verdad, lo quiero:
Que amanezca en los rostros
la extraña flor del mediodía.
Que venga rodeada
de sus infatigables siervos
y despeje risueña
el áureo manto
de su sagrada investidura.
Que rodee con sus pétalos la luna
y en un abrazo gigante
se re encuentren las musas de la aurora.
¡Oh, sombra que callada te retiras
sin acaso saber cómo en tu silencio
se agigantan los volcanes!
¡Oh, destello inmortal de la palabra
traspasando jornadas
en el libro de los sueños!
Ya es hora en mi comarca
de levantar la copa de la vida.
E.D.A