EL QUETZAL EN VUELO

LLENA DE ALEGRIA MÍ MAÑANA, POR SIEMPRE

La alegría de la mañana se dibuja en tu rostro fresco de niña,
Con sus escalables montañas bien puestas debajo de la agitada respiración, 
Su monte inexplorable y sus dos caminos para llegar,
Con esa piel blanca y rojiza, que acompaña la sonrisa de siempre.

 

Como un gato en el tejado, siempre te espero, al despuntar la mañana,
Esperando detrás de la letra trece, haciendo sonoridad a tus palabras,
Esperando que te asomes a la red y leas mis letras, aquellos garabatos,
Que me dictases la noche de ayer y enviaste en un suspiro enamorado.

 

Cuando pongo mi cabeza en tu pecho, me gusta oír tu respiración
Agitar tu pecho y humedecer tu mañana con palabras y gestos,
Con las mismas manos con las que escribo la palabra amor y abro tus labios dejando mi deseo juguetear a la mitad de un sueño y al final de la madrugada.

 

Me gusta despertarte con un deseo, con un canto, con una palabra,
Siento placer, cuando visitas esos lugares más oscuros de mi saciedad,
Los haces derramar vida, los llenes de tu primavera y la frescura de tu sonrisa
Que depositas en mi otoñal violín sin cuerdas y desafinado.

 

Mis días empiezan a veces temprano o de tarde, pero siempre contigo,
Tú me das una sonrisa, un saludo o un deseo y yo te devuelvo un verso,
Una canción, un pensamiento por cada suspiro, que tus labios emiten
Y hace pedazos el último resto de mi mala noche en la ancha cama.

 

Sigue llenando con tu sonrisa, con tu primavera; mi jardín, mi mañana
La frescura de tus rosas, convierten mi otoño en oficio de jardinero,
Quiero como colibrí, aspirar tus olores, beber tus mieles y disfrutar tú roció
Quiero hacer del día una mañana, de ti mi futuro.

 

LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO